domingo, 18 de marzo de 2018

Pies, ¿para qué os quiero...?

¡Hola chicos! Esta entrada llega un poquito tarde en mi caso, pero llega, no os preocupéis que aquí estoy.
-Tampoco has tardado tanto...por mí, podrías haberte quedado por ahí un ratito más...
-Cállate, Blue. A estas alturas no tendríamos que seguir discutiendo. Igual hay que buscar otro modo de hacer las cosas...
-¿Pero cuál?
-Era sólo una sugerencia, Sky, no lo se todo, para vuestra información. ¿Me dejáis hacer el homenaje tranquila?
Esta semana, como iba diciendo, me ha costado muchísimo ponerme a escribir, sobre todo porque no sabía a quién homenajear. Había pensado en Amy Winehouse, presencia constante en mi casa desde hace mucho porque nos gusta a toda la familia (especialmente a mi padre), y que me daba además la posibilidad de hablar de las adicciones, de como su orgullo y la necesidad que tuvo decirle no no no a la rehabilitación nos dejó al resto del mundo sin su voz, que, al menos yo, no he oído en nadie más.


También barajé hablar de Judy Garland, simplemente porque Somewhere over the rainbow siempre me hace sentir mejor cuando estoy triste, casi como si tuviese alguna clase de magia, a pesar de lo terrible que fue la infancia de su intérprete. Y de eso habría hablado de elegirla, de todo por lo que pasó por culpa del negocio del espectáculo nuestra Dorothy Gale.


Sin embargo, al final me decanté por la mujer que todos conocemos por decir la frase que ha dado título a esta entrada: Frida Khalo. En parte, fue culpa de Blue, qud me la sugirió en su momento. Y, bueno...Hawking también tuvo algo que ver, supongo, pero ya llegaré a eso.
Frida nació en Coyoacán, el 6 de julio de 1907, y murió en el mismo lugar el 13 de julio de 1954. Es famosa por sus numerosos autorretratos (Las dos FridasLa columna rota), pero no todo el mundo sabe que hizo muchos de ellos tumbada en la cama, observándose en un espejo que había en su techo y recuperándose, primero del accidente de autobús que seccionó su columna y, más tarde, de cualquiera de los efectos de su enfermedad crónica, la poliomielitis, que afectaba a su médula, causándole atrofia muscular y fuertes molestias. Aún estando muy envuelta en el movimiento pictórico-revolucionario de la época, no consideraba que su obra fuese más que autobiográfica, e incluso escribió, para confirmarlo: "Mi pintura lleva el reflejo del dolor". Nunca escondió las dificultades que su enfermedad le ocasionaba, pero también hacía ver a todos que ella no era la poliomielitis, y su trabajo, como el de Hawking, contribuyó en gran medida a que la gente viese que las personas con discapacidades / enfermedades crónicas no es por ellas menos capaz. De hecho, Frida sólo empezó a dibujar una vez sufrió su accidente, y si bien perdió un cuerpo libre de dolor, y lo cambió por uno que debía pasar largas temporadas en cama, nos regaló a todos la maravilla de sus cuadros

Autorretrato
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